lunes, 21 de marzo de 2011

TEXTO DE FABIAN LEBENGLIK, exposción en el CC Recoleta

DIARIO INTIMO EN CLAVE

La pintura y el dibujo son para Ana Möller elementos cotidianos y familiares, porque viene de una familia que de una u otra forma se relaciona con el arte desde hace muchos años. Hay algo de camino de vuelta en la decisión tardía de dedicarse ella también a las artes visuales, de volver a ver con otros ojos el pasado, así como de procesar nuevamente los colores, las formas y el olor a trementina.
Hace diez años se volcó a la práctica artística, no tanto en el sentido de una profesión, sino más bien como actitud de vida.
En ese recorrido de una década fue trasladando a su manera la historia del arte a su propia obra, hasta llegar a los cuadro de hoy, en donde la pintura es un relato en clave de las zonas secretas de la intimidad así como de la repercusión y el eco de lo que pasa alrededor.
A la manera de un diario íntimo cada cuadro es el resto de un rastro espontáneo, en el que se sintetizan reflexión e improvisación, dinamismo y contemplación.
Hay en esta muestra dos series que funcionan como dos categorías:la categoría dibujo, en la que podrían situarse las tintas; y la concepción pictórica, donde se ubican las tierras y pigmentos. Aquello que aparentemente tiene menos tiempo elaboración, es lo que resulta más reflexivo. Mientras que las obras texturadas, mas seductoras, tiene la impronta constructiva de: una imagen que se proyecta a futuro, de un prólogo hacia nuevas series. Esta aparente paradoja no es, evidentemente, fruto de la técnica, sino más bien, un resultado del modo en que la artista enfrenta a la obra.
A medida que avanza sobre sus trabajos, elige quitar elementos de la imagen para pintar solo lo necesario: la síntesis la lleva a trazar corredores y caminos que dividen planos , a mano alzada sobre la tela.El espacio de creación es siempre ortogonal:límites precisos y formatos pequeños y medianos, evocan cierto rigor en las formas y acotan el espacio virtual a una superficie de dominio.
El cuadrado, como lo postulaba Josph Albers, entre otros artístas y teóricos es una de las formas que marca más claramente la división entre la naturaleza y el Arte. Asi esa evocación personal que Möller construye en cada cuadro, no intenta ser representativa, sino más bien contemporánea y alternativa respecto de aquel mundo secreto.
FABIAN LEBENGLIK
1997

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