MÖLLER, ese eterno deseo de orden
Para todo espectador curioso de los sentidos de lo que se dice que dice el Arte, Ana Möller ofrece el ingreso a la imagen del eterno deseo de orden, dado el estado de las cosas de la Realidad.Registros de tono y semitonoexplayan ese deseo, por interacción de trazos rítmicosde tintas, que oscureciendo las sombras iluminan la claridad de ese anhelo, que se personifica en el "objetum" como aquello que se presenta para alcanzar el conocimiento y la consideración estética.
Ciertos pasajes de la imagen conceptual a frases pictóricas producen lloviznas que elaboran lineamientos en los "Fundantes". Son virtudes sígnicas que producen variantes licuadas en negro y blanco por el empeño tenaz de reafirmar un ordenamiento ortogonal de finas tintas y gruesas pinceladas que nos interceptan.
En otra situacióncreativa, barras, huellas, circularidades, proponen caminos que admiten términos sesgados en presencias territoriales, con variables acromáticas y arenosas equilibrantes. Estos cuadros, desde sus "Artificios", con un cierto barroquismo conceptual, me sugieren aquello que se parece a lo que se logró imaginar.
Y de pronto, en los "Generativos", con la espontaneidad del trazo a mano alzada, surge una otra Imagen que conduce a diferentes visiones con señalamientos terrosos, de interrogación abierta.
En los cuadros de Möller, la polivisión está legitimada por marcados acentos de sensibilidad plástica, de travesuras lúdicas.
El volumen aludido y el plano incitan, por el tato empírico, a lo más cercano, y por su neutralidad, a lo más lejano. Compleja aleación, esta, de cierta distancia de la mirada pero no del goce que acontece.
Silvia de Ambrosini
directora de ARTINF
Asesora de la Muestra año 1996
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